sábado, 28 de junio de 2008

Por el derecho humano y el orgullo de ser quienes somos a todo motor!



No se si todos o todas saben que el 28 de junio se conmemora aniversario de la brutalidad policiaca en un bar neoyorkino llamado Stonewall Inn ocurrido en 1960. De esta fecha y su recordación es que surge eso que se ha ido transformado de nombre en épocas y latitudes pero que popularmente es conocido como el 'día del orgullo gay'.

Muchas veces esta denominación resulta controversial y tanto heterosexuales como personas LGBTI (Lesbico Gay Bi Trans Intersexual) suele preguntarse ¿Por qué estar orgulloso de ser gay?, y comparan con el hecho de que los heterosexuales no se manifiestan (explícitamente diría yo) como orgullosos de ser heteros.


Por muchas cosas encontre esta un articulo que me parece que nos puede dar alguna línea para reflexionar un poco mas enserio que el triste programa de Sarita Perrone en canal 4. Son 4 minutos mas, y si quieren me pueden decir que les pareció, si están de acuerdo, si les cierra o no, o lo que quieran (con respeto y si se puede cariño) en el tiempo que a ustedes les parezca. Allá va!. Esperamos comentarios.

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QUETZAL: ESPECIE PROTEGIDA

El estatuto problemático de gays y lesbianas como animales sujetos de derecho

Cuando los ecologistas desean proteger un ecosistema que se ve amenazado en su conjunto emplean una estrategia singular: escogen a un animalito o a una flor perteneciente a dicho entorno y los elevan a la categoría de animal o planta representativos del ecosistema en general. Este modo de proceder tiene su razón de ser, ya que facilita la imprescindible labor informativa que ha de iniciar toda estrategia de lucha. En efecto, ¿cómo hacer que la gente de una multitud de países y culturas se preocupe y se interese por el hecho de que en cierta parte del mundo, a menudo bastante remota e incógnita, hay un ecosistema que se encuentra en peligro? Los movimientos en favor de la defensa de la naturaleza saben perfectamente que acumular una multitud de datos sobre la degradación de un paraje natural y los riesgos que corren todas las especies vivas que en él habitan y darlas a conocer no tiene casi repercusión en la opinión pública.

Por ello se inventaron lo del animal representativo: el oso panda, la ballena azul, el tigre, el lince, el edelweiss. La razón de esta estrategia publicitaria es precisamente llegar al corazón de la gente, ya que sus mentes resultan tan inaccesibles. Una imagen, a ser posible que despierte la compasión y la ternura, vale más que mil palabras. Por mucho que se le explique al gran público la situación tan espantosa de las zonas donde vive el oso panda, la presión demográfica que va talando los bosques de bambú de los que se alimenta, al final acaban por aburrirse.

Pero, si por el contrario, se adopta como estandarte a un pequeño oso panda, monísimo, tierno, indefenso, se hacen pegatinas, miles de camisetas y se dice que esta criaturita está al borde de la extinción, la gente reacciona súbitamente porque le han tocado directamente su sensible corazón. Y, concienciando a todos de que el oso panda debe ser protegido, se consigue un fin más amplio, a saber, proteger todo su ecosistema donde viven muchas más especies aparte del osito pero que, tal vez, no sean tan bonitas ni tengan un pelo tan suave. Nadie movería un dedo por proteger un bosque de bambú que a lo más que se parece es a un cañaveral, ni por librar de la extinción a una extraña cucaracha o a un escarabajo sudamericano, repugnantes, pero sí se conmueven ante la belleza del plumaje del soberbio y mítico quetzal, ave que también habita en el vecindario. Y salvado él, salvados todos.

Esta manera de transmitir a la opinión pública noticias espeluznantes intentando suscitar en ella una mínima complicidad y colaboración en términos económicos o simplemente solidarios no sólo la llevan a cabo los ecologistas. El anuncio que llegó a ser tan popular y que se repone al comienzo de cada vacación estival donde un perro con una cara de bueno que se te saltan las lágrimas es abandonado en medio de una carretera, va en la misma línea. El problema es que quizás nadie abandonaría a ese perro en concreto, pero sí a otros muchos menos agraciados o menos inofensivos.
Algo similar sucede con las campañas en favor de los niños del tercer mundo. Sacarlos a la hora de comer, muriéndose a docenas, famélicos y ofreciendo un espectáculo dantesco sólo provoca el horror y un rápido cambio de canal. Más efectiva es la campaña que, huyendo de cualquier imagen que hiera la sensibilidad general, intenta reconducir dicha sensibilidad hacia fines más prácticos como es el de apadrinar a un niño en particular. El mensaje que se transmite, en el fondo, aunque sea importante y nada banal, debe comunicarse por los cauces adecuados para no provocar el rechazo y la mala conciencia. Lo que siempre encontramos en el trasfondo de este proceder son oposiciones rígidas jerarquizadas: hombre/animal, raza blanca/otra raza, rico/pobre, primer mundo/tercer mundo, heterosexual/homosexual donde uno de los términos es el destinatario del mensaje y el otro la víctima que busca mejorar su imagen directamente o a través de una necesaria intermediación, como son los ecologistas en el caso de los animales y los asesores de imagen en los casos restantes. Y, según la circunstancia, cada uno puede verse inscrito en uno u otro extremo del par de opuestos, bien sea del lado del agredido o del agresor.


Liberad a Willy


En lo que al colectivo de gays y lesbianas se refiere, también se han llevado a cabo estrategias publicitarias parecidas en las que, esta vez, nos hallamos del lado más desfavorecido por muy blancos, ricos y primer mundo que puedan ser algunos homosexuales. Y ello ha tenido una doble repercusión, con sus efectos beneficiosos y otros mucho más perjudiciales. La primera consecuencia derivada de este modo de proceder es la tendencia generalizada en los medios de comunicación y dentro de una gran parte de los responsables de los colectivos de homosexuales, así como de una gran mayoría de la población gay y lésbica, a intentar enseñar en público lo más digno de la propia fauna. Sólo que en nuestro caso, nuestros animales y flores representativos no son precisamente los de colorido más intenso y los de más terso y polícromo plumaje. Justamente es el color de nuestras plumas lo que no resulta conveniente para sensibilizar a la población sobre nuestros problemas. El plumerío, una cierta estética que se asocia con la homosexualidad, unos ciertos homosexuales, no parecen ser, según algunos, la mejor imagen para aparecer en público reclamando los derechos de todos.

Los imperativos de la imagen que ha de ser publicitada son aquí muy rigurosos y exigen que toda lesbiana o todo gay que pueda herir la sensibilidad colectiva no sirve al propósito de lograr la solidaridad universal para nuestra causa. Como si tuviéramos que esconder nuestras vergüenzas, como si tener pluma o abrigarse con ellas fuera motivo de escándalo, como si todos fuéramos dóciles ositos panda y como si la dignidad de los homosexuales en cuanto personas dependiese de nuestra imagen pública: lo que efectivamente, de modo tan triste, sucede y, hoy por hoy, es un hecho. Hasta la gente más dispuesta a la equiparación con el común de los mortales en lo que atañe a nuestros derechos no deja de señalar, con su mejor intención, que hay ciertas cosas que nos pierden: vestirse de mujer nos pierde, nuestra actitud ante el sexo nos pierde, la provocación nos pierde, las manifestaciones de orgullo gay y lésbico nos pierden. Menos ser homosexuales, todo el resto de nuestra actividad diaria nos pierde. Una cosa es ser homosexual y otra muy distinta es ser un impresentable, porque la homosexualidad se asocia a lo impresentable de forma casi permanente. Y, si de lo que se trata es de hacer una campaña publicitaria, hay que borrar todo rastro que recuerde a esa homosexualidad en vías de perdición o de extinción. Extraña paradoja. A lo mejor o a lo peor, lo que se pretende es una depuración de nuestra especie, una selección de nuestros caracteres adquiridos escogiendo los que pueden beneficiarnos de cara al público cuya solidaridad se solicita y extinguiendo nuestros caracteres más inadaptados, aquellos que entran en conflicto con el medio, aquellos incompatibles con nuestra supervivencia porque no se adaptan convenientemente al entorno.

Tener que elegir entre nosotros un osito panda o una osita panda que suscite la ternura y el compromiso heterosexual, puede llevarnos a hacernos cómplices de lo más conservador de esta estrategia ecologista de selección natural que sólo está dispuesta a conceder derechos a los individuos que mejor se adapten a su entorno: y este entorno es la homofobia. Adáptate a nuestra homofobia, despréndete de los caracteres adquiridos y/o heredados que no te convienen y te concederemos los derechos que te correspondan. Demasiado lamarckismo. Demasiado darwinismo. La sociedad en la que vivimos no es un ecosistema, ni nuestro gueto es un bosque de bambú, ni reclamar nuestros derechos debe inscribirse en un proceso más general de lucha por la vida, de struggle for life, que queda más evolucionista.

Sin embargo, estas ideas van calando, se van imponiendo incluso entre nosotros. Hay homosexuales horrorizados por tener que soportar, según su modo de ver las cosas, el "lastre" que suponen otros homosexuales plumíferos, ostentosos, petardos, promiscuos, que se besan en público, que tanto "perjuicio", eso dicen, suponen para su mejor integración y adaptación a una sociedad tolerante, pero que tampoco admite lo que ella considera excesos de confianza. A la sociedad le molesta habernos tendido la mano y que ahora queramos quedarnos con el brazo entero. La equiparación total en derechos le parece un abuso. Así que, algunos asesores de imagen han considerado que lo mejor para nosotros es elegir al homosexual y a la lesbiana del año o del mes o del milenio que sean nuestros representantes legítimos de cara al público: con estudios superiores, vestida como si no fuera lesbiana, hablando como si tampoco lo fuera, sin notársele nada su homosexualidad; se nos recomienda tener una pareja estable y que dure lo más posible, en un proceso de heterosexualización creciente (lo que no han podido conseguir en las consultas de psicólogos y psiquiatras) more sociológico con vistas a que, una vez heterosexualizados, habiendo adquirido todos sus caracteres tan adaptativos y adaptados al entorno, obtengamos los mismos derechos que ellos. Sólo así será posible liberar a Willy, nuestra presentable mascota que habrá conseguido la simpatía de la gente, que al final se habrá encariñado con ella y no será capaz de negarle nada. En el camino, no obstante, nos habremos quedado muchos y muchas. Aunque, quizás, si los ecologistas tienen razón, al triunfar Willy, el oso panda, la ballena azul y la mariposa monarca, habremos triunfado todos, todas las especies y subespecies que per se jamás habrían logrado despertar la compasión del público y nuestro ecosistema, nuestro gueto, ya no correría peligro.

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Extraído de: Llamas, R. y Vidarte, F. "Homografías". Ed. Espasa Calapé, España 1999. Disponible en internet

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Un abrazo a todos y todas,

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno el artículo. Parafraseando a D. Najmanovich, esto es "un archipiélago de respeto y salud mental en un mar de homofobia".
Brituy.

Jota dijo...

Buenas tardes gente, les escribo xa preguntar acerca del examen del 10/07.
quisiera saber como va a ser la modalidad, si va a ser como en febrero o si hay algun cambio.
Muchas gracias y espero su respuesta... obvio... antes del 10...
Un saludo

...Jp...

*/*CAROL*/* dijo...

Hola al aquipo, recien acabo de leer el artículo y todavia sigo pensando en cosas que trata ese artículo que nunca me las había puesto a pensar por ese lado y realmente, despues de haber leido esto me doy cuenta que es tal cual,como las campañas publicitarias buscan conmovernos con "estrategias" que nos conmuevan mucho más... y otras campañas o movimientos que manifistan la cosa tal cual muchas veces hasta nos da cierto rechazo.
Muy bueno el articulo, de verdad.
bs. Carol Saralegui- 1ºcl.

Anónimo dijo...

Hola me gustaria sabeer en que consiste el seminario?

Unknown dijo...

Hola a todas y todos,

Primero que nada, un metacomentario: ¡Qué impresionante que un área de la Facu se esté preocupando de publicar un artículo de estos! Felicitaciones de todo corazón, muchachada.

Sobre el artículo, muy bueno, muy pertinente, muy metafórico.

En Uruguay estamos tan lejos... recién a fines del año pasado se aprobó la ley de parejas de hecho, y el hecho de que nos coloque en cierta vanguardia del tema no hace más que mostrarnos lo lejos que está el mundo de reconocernos a gays, lesbianas, transexuales y bisexuales como sujetos de derechos.

¿Porqué tengo que esperar 5 años para unirme libremente? ¿porqué no puedo casarme? ¿porqué no se pagan las operaciones de cambio de sexo a las personas que las necesitan? ¿porqué no se brindan modelos identifcatorios GLBT a niños/as y adoelscentes? ¿porqué no se combate la homofobia? Porque todavía somos muy homófobos, todos y todas, incluídos los gays, etc.

Y misóginos, porque la pluma, el amaneramiento, la afeminación, se discriminan porque no hay nada más subversivo en una sociedad machista que un hombre que se parece a una mujer, o una mujer que osa parecerse a un hombre. Porque muestra que hay quienes están dispuestos a renunciar a los privilegios de nacimiento por respeto su sentir... y eso molesta mucho a los machotes encorsetados y deslagrimados, con la bota sobre lo femenino como única definición identitaria.

Un primer paso, natural, parece ser el de conseguir los mismos derechos que los heterosexuales... pero es cierto lo que dice el artículo, tal vez en el camino nos extingamos como especie, tal vez en el camino nos demos cuenta que no queremos esos derechos, porque somos diferentes...

Claro que es más dificil reclamar nuestros derechos legítimos, y más aún... identificar qué derechos queremos, porque al ser criados en una sociedad heteroforme, se nos ha privado de la posibilidad de tener derechos propios, deseos propios, jurisprudencia propia... y claro, lo primero que se nos ocurre es copiar.

Espero que pronto comience el paso siguiente, y no en forma de caricatura, sino en forma de creación. Creación honesta, reconociendo lo que somos, lo que nos gusta, importándonos un pito (nunca mejor dicho) qué piensen los heterosexuales de lo que queremos.

Inventémonos una forma de ser propia, y exijamos que se nos respete y garantice!

Mientras tanto, y para ir haciendo boca, podríamos empezar a despojar nuestra querida Facultad de Psicología de las innumerables muestras de homofobia y patologización de la diferencia de que adolece,

un abrazo,

Antonio García

Anónimo dijo...

Por qué estar orgulloso de ser gay?
Porque hay que ser valiente para animarse a cruzar la frontera que limita "lo correcto, lo moralmente aceptado, lo normal", para internarse en un territorio desconocido, que expone a la vergüenza y a la culpa, a la burla y al rechazo. Cuando uno descubre que es diferente, se siente cualquier cosa menos orgulloso de uno mismo. Muchas veces ya tiene una familia edificada y cruzar la línea implica renunciar a toda una vida. Y cuando ya se ha dado el "mal paso"... desde "el otro lado"... después de tanto autorreproche sin sentido, de haber ingerido tanta amargura y miedo, al descubrir que uno no ha caido en ningún infernal círculo dantesco, al sentirse en paz con uno mismo (al fin!!) después de tantos cuestionamientos que uno se ha hecho.... les aseguro que a uno le brota pot todos los poros el "orgullo gay", que viene a ser el orgullo de haberse animado a ser quien uno es, más allá de cualquier comportamiento aprendido.
Vivir negándose, no es vida.